jueves, junio 29, 2006

La tolerancia

Algunos dirán, este huevón se puso latero, pero me pareció interesante este articulito que cayó en mis manos.
Quien tenga un poco de tiempo ojalá lo pueda leer. Al final hay un link a un artículo del mismo autor, pero en Inglés, que los mas doctos podrán seguir. En lo que a mi respecta, con cueva pude entender este.
saludos.


La tolerancia, es decir, el respeto incondicional a los demás y a sus ideas, se promueve como el bien supremo e inequívoco. La tolerancia es, sin duda, un gran bien, pero no es el único bien. La tragedia empieza cuando se llama tolerancia a lo que en realidad no lo es. Muchos consideran tolerancia lo que no es más que indiferencia o escepticismo.
La indiferencia consiste en no preocuparse, ni siquiera interesarse, por los demás. «Cada uno puede pensar lo que quiera, con tal que no perjudique a nadie» -especialmente a mí-. Esta actitud se ve reflejada, por ejemplo, en los escritos de Voltaire sobre la tolerancia. Voltaire identificó la tolerancia con lo que, en lenguaje actual, se dice: «no te metas en lo que no te importa».
Santo Tomás de Aquino era para él un intolerante porque se atrevió a desear en sus escritos que todo el mundo fuese cristiano. Pero para santo Tomás aquello era lo mismo que desear que todo el mundo fuese feliz.
¿Alguno consideraría intolerancia desear que todo el mundo goce de buena salud o sea bien educado -aunque esto implique «intolerancia» contra la enfermedad y la mala educación-? La verdadera tolerancia de ninguna manera implica indiferencia en relación con nuestro prójimo.
El escepticismo, por otra parte, consiste en dudar de la existencia de la verdad o, al menos, de nuestra capacidad para encontrarla. Relega los valores personales al ámbito de la «opinión», que se contrapone al de los «hechos». Los hechos se pueden mostrar; las opiniones son una cuestión personal y es mejor reservarlas para uno mismo.
Esta mentalidad se debe en parte al influyente filósofo británico del siglo XVII John Locke. En su célebre carta sobre la tolerancia religiosa, Locke afirmó que la tolerancia es un ingrediente necesario para que la sociedad viva en paz.
Sin embargo, el fundamento de la tolerancia para Locke era su convicción de que no podemos conocer, simple y llanamente, quién tiene razón y quién está equivocado -por lo que toda teoría sería, por principio, tan válida como cualquier otra-. Esto es escepticismo, no tolerancia.
La confusión se origina en gran parte por no distinguir entre el respeto a alguien y el respeto a las ideas de alguien. No son lo mismo. Las ideas tienen que ganarse el respeto; las personas ya se lo merecen, por su dignidad de hijos de Dios. No necesitas probarme tu valía para merecer mi amor. El solo hecho de que seas persona humana, creada por el amor de Dios a su imagen y semejanza, me basta.
Pero, ¿y las ideas? Las hay de todos tamaños, colores y sabores: verdaderas y falsas; ridículas y serias, brillantes y aburridas, diabólicas y divinas. Te respeto y defiendo tu derecho a seguir tu conciencia porque Dios te ha hecho libre y digno de respeto. Pero no dudaré en sopesar tus ideas para escudriñar su propio valor. Algunas serán aceptables; otras quizá tendrán que ser rechazadas.
La auténtica tolerancia no exige que abandonemos nuestras convicciones, sino que respetemos la inviolabilidad de la conciencia ajena y su derecho a seguir sus creencias. Implica también reconocer como intrínsecamente malo el uso de la fuerza para cambiar el modo de pensar de alguno, aunque estemos ciertos de que está equivocado.
Ahora bien, no es correcto decir que las teorías verdaderas son «toleradas»; se aceptan, más bien, porque son razonables, por su propio peso. Los errores, en cambio, algunas veces son tolerados en vista de un bien mayor: por ejemplo, el respeto hacia una persona. Esta es la esencia de la genuina tolerancia. Con respeto, pero con decisión, debemos esforzarnos por guiar a los demás hacia una existencia cada vez más plena, mostrándoles el camino que lleva a los valores superiores.
El considerar la tolerancia como valor absoluto conlleva finalmente un serio problema: no se puede tolerar cualquier cosa. No toleramos la viruela, ni el abuso de menores, ni la contaminación de aceite en los mares, ni otros muchos males que aquejan a la sociedad. George Bernard Shaw escribió: «Podemos hablar de tolerancia como queramos, pero la sociedad siempre tendrá que trazar en alguna parte una línea divisoria entre la conducta aceptable y la locura o el crimen»

Un artículo en inglés del mismo autor amplía el tema. Para verlo pinchen aquí.

saludos.

5 Comments:

At 12:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

en realidad, un latero

 
At 12:44 p. m., Anonymous Anónimo said...

demasiado latero y fome.

 
At 3:12 p. m., Blogger Carlos Verdugo V. said...

No tolero este tipo de artículos

El Intolerante
(just joking)

 
At 3:17 p. m., Blogger Artemio Espinosa Mc said...

bien latero, la verdad, pero cierto el artículo...
un abrazo

 
At 6:08 p. m., Blogger Maxatl said...

Buen aporte...
qué parte no entendiste?

 

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